viernes, 23 de agosto de 2013

El clásico dilema de ir al cine

No soy mucho de ir al cine, aunque soy adicto a las buenas películas, ir al cine no es algo que yo acostumbre. Generalmente me reservo las oportunidades de ir para eventos más esporádicos, como cuando quiero escaparme de la casa por problemas familiares, cuando quiero estár un rato solo o en el más remoto de los casos, cuando se estrena en cartelera una película que merece la pena ser vista en la gran pantalla. Tal es el caso de la película de la cual hoy hablaré.


Wreck it Ralph

Había visto muchos trailers de esta película y desde un principio me llamó la atención, puesto que crecí con las clásicas películas de Disney y también con los videojuegos, este prometedor filme significaría un emocionante y divertido Crossover entre dos fundamentos importantes de mi formación como amante de la fantasía y las buenas historias.
Como era de esperarse (y esto no es nada nuevo para mi) caí en la misma melancolía de la que siempre soy víctima cuando alguien más (o yo misma) me toca el tema del cine. Dejando a un lado que todo me parece una gran estafa, desde cobrarte 30 pesos más por ver la película en “fabuloso 3D” que mis ojos nunca logran apreciar… Prohibirte la entrada con alimentos de fuera y cobrar las palomitas y el refresco (que en realidad no es otra cosa que una mala mezcla entre agua con hielo y 10% de refresco concentrado en un vaso gigantesco que le quita el 90% del sabor y lo sustituye por agua fría) a precios por encima de los 40 pesos… No, ese no es mi mayor problema con ir al cine (de ser así no representaría tanto problema, salvo el de no gastar en la asquerosa "comida")